Aunque era un (otro) secreto a voces, por fin Microsoft ha anunciado la versión de Office para iPad, en la calculada primera puesta en escena de Satya Nadella como CEO de la compañía. Es, sin duda, un cambio trascendente, un anuncio del que se infiere mucho más que el lanzamiento de un producto para una determinada plataforma. Por un lado, eclipsa el rol de Surface 2, la tableta diseñada internamente por Microsoft, y por otro subraya el contraste de estilo en la transición de Steve Ballmer – que se opuso a lo que veía como una concesión a Apple – a Satya Nadella, cuyo discurso humilde y persuasivo ha sido uno de los detalles más comentados de la presentación.
El anuncio tiene mucho de simbólico, y este adjetivo no menoscaba su importancia sino que la resalta. En su acepción estratégica, implica que Microsoft es capaz de reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos, que Nadella resume en su reiterada consigna: «mobile first in a cloud first world«. Las cifras empujan en esa dirección. Gartner pronostica un descenso del 6,6% en las ventas de PC este año comparadas con las de 2013, mientras las tabletas crecerían un 38,6%. Es cierto que en ese cómputo entra un batiburrillo de tabletas Android, pero la cuenta que realmente importa es esta otra: sumados, los dispositivos bajo iOS y Mac OS pasarían de 241 millones en 2013 a 325 millones en 2015, achicando la brecha con las dos vertientes de Windows, cuya suma arroja 325 y 379 millones en el mismo periodo. Microsoft está todavía a tiempo.
Office para iPad no es una versión light de la suite para Windows,sino que ha sido construída desde cero, e incorpora una interfaz táctil que – dicen los comentaristas – es muy superior a la que tanto embarazo ha causado a los equipos de desarrollo de Windows 8.
Formalmente, no hay tal Office para iPad: cada una de las aplicaciones (Word, Excel y PowerPoint) deberá descargarse por separado de la tienda online de Apple, y sólo funcionará con la última versión del sistema operativo, iOS 7 (lo que deja fuera de juego a los dispositivos anteriores). La descarga será gratuita, y el usuario podrá ver, copiar y pegar documentos, compartirlos como adjuntos y usarlos para presentaciones (en el caso de PowerPoint). Pero, si quiere modificarlos, crear ficheros nuevos, o salvarlos en OneDrive o SharePoint, necesitará suscribirse a Office 365 en alguno de sus diferentes planes (home, personal, small business o enterprise) con pagos mensuales.
Rick Sherlund, analista de Nomura Securities tira de aritmética: «ya no tendremos que comprar un nuevo portátil, por lo que Microsoft dejará de cobrar unos 50 dólares por la venta de una licencia de Office para cada dispositivo que no se renovará hasta dentro de cinco o seis años; a cambio, ingresará 100 dólares por año si me suscribo a Office 365. No es mal negocio cobrar 100 dólares por año en lugar de 50 dólares cada cinco años, lo que significa que [a Microsoft] le bastará con retener uno de cada doce usuarios para ganar dinero, aun en la hipótesis extrema de que dejaran de venderse el 100% de los PC».
Para cuadrar las cuentas de Sherlund, hay que recordar que el mercado de tabletas Windows es muy débil, pero el de iPad sigue creciendo: a finales de año los usuarios de la tableta de Apple serán 60 millones. El potencial de ingresos para Microsoft estaría fácilmente en unos 1.000 millones de dólares anuales.
En las horas siguientes a la presentación, Word era la aplicación más descargada para iPad en la AppStore de Apple; Excel y PowerPoint fueron la tercera y la cuarta, lo que en principio demostraría que hay muchos clientes de Apple interesados en acceder a las aplicaciones de Microsoft, pese a que tienen a su alcance alternativas gratuitas (entre ellas las de Google y, por supuesto, iWorks, de Apple, que es gratuita desde setiembre). Es cierto que buena parte de estas aplicaciones gratuitas permiten modificar los archivos creados en Office, pero también lo es que suelen corromper el documento original: si los usuarios quieren evitar ese estrés, más les valdrá pagar una suscripción que, además, incluye espacio de almacenamiento cloud.
Para mantener el atractivo de Office, Microsoft tendrá que asegurarse de que el ciclo de desarrollo sea mucho más rápido que el que ha mostrado con Windows 8, por no hablar de Windows RT (que ya se puede dar por fenecido). A propósito de Windows, crece en la industria la convicción de que en algún momento Microsoft tendrá que reformar el modelo de negocio de su sistema operativo, en el que se ha basado históricamente su relación con los fabricantes de hardware.
En tiempos de Ballmer, estas iniciativas eran tabúes. Se hablaba, incluso, de una supuesta «Windows tax», representación figurada del veto interno a que cualquier proyecto o idea de desarrollo se concibiera sin tener a Windows como marco de referencia.
Cuando a Nadella le preguntaron por la demora en presentar Office para iPad, su respuesta fue elíptica: «siempre se puede hacer las cosas más rápido, pero lo importante es asegurarse de que están bien hechas». La verdad implícita es que el nuevo CEO ha llegado al puesto convencido de que ya es hora de dejar a un lado la dependencia de Windows, aunque esto suponga dar la mano a su viejo rival. En lugar de distraerse en una defensa a ultranza de la historia de la compañía, ha decidido buscar el dinero allá donde está, en las tabletas y los smartphones. ¿Por qué empeñarse en negar la realidad del mercado?
La distancia con respecto a Windows va hasta el segundo pilar designado por Nadella, la estrategia de cloud computing. Acaba de anunciarse que Windows Azure dejará de llamarse así, para adoptar el nombre de Microsoft Azure. «Es un reflejo de lo que Azure representa realmente – dijo Nadella – ya que un 15% de las instancias de Azure que realmente se usan están basadas en Linux. Azure es bastante más que una nube para clientes de Windows». Concluyente. Y anticipatorio de que dentro de unos días, en la conferencia Build, en la que Microsoft convoca a los desarrolladores, habrá más novedades, que probablemente buscarán que el péndulo refuerce el papel de Windows.
La presencia de Nadella en San Francisco aportó otra noticia no menos relevante, que confirma la intersección entre la movilidad y la nube. Anunció sin mayores detalles Enterprise Mobility Suite (EMS), nueva herramienta para que las empresas puedan gestionar su parque de dispositivos, no sólo los basados en Windows y Windows Phone, sino también los Android, iOS y MacOS. El objetivo de EMS es abrir la mano para nuevos servicios que darán a los administradores de sistemas la posibilidad de manejar los dispositivos y la identidad de sus empleados. Esta intención llevó inicialmente a Microsoft a interesarse en comprar la empresa AirWatch, que finalmente se decantó por la oferta de VMware.
La coincidencia entre los dos anuncios significa algo. Office para iPad no se dirige, estrictamente, a los usuarios de iPad que buscan unas aplicaciones estándar de productividad: sus destinatarios serían los usuarios de Office que, además, tienen un iPad. Ahora, gracias a una suscripción a Office 365 – que les permite trabajar con hasta cinco dispositivos – podrán continuar en su tableta la tarea que han iniciado en un PC, sin solución de continuidad.
Con estos elementos, queda bastante claro por qué Microsoft ha cruzado la calle para abrazarse a Apple, después de fingir que ignoraba que el iPad (y las numerosas tabletas Android) amputaban el mercado de Windows. Queda por ver si la apuesta por Surface 2 es sostenible puesto que su principal argumento era la exclusividad de Windows. Puede pensarse también que desaparece la razón por la que varios fabricantes se han precipitado a diseñar tabletas bajo Windows, en la convicción de que esta era su mejor carta. La pluralidad de plataformas aparece súbitamente como la mejor estrategia posible.
Lo que no está tan claro es por qué Apple abre los brazos para acoger a Microsoft. Una razón ostensible es que ingresará el 30% de los ingresos que genere Office en su nueva modalidad; pero hay razones más poderosas. Durante años, la dicotomía del mercado giraba en torno a dos sistemas operativos dominantes y rivales, Windows y Mac, de los que prevalecía el primero. Las circunstancias han cambiado: la batalla actual se libra entre iOS y Android.
Por tanto, ambas han descubierto que Google es su adversario común, y está jugando con habilidad la baza de sus sistemas operativos: Android y Chrome OS. Aunque Nadella promete desarrollar una versión de Office para Android, las promesas se conjugan en futuro. Hoy por hoy, Apple está más preocupada por Google que por Microsoft. Si, además, hay dinero que ganar, ¿por qué no?
[informe de Arantxa Herranz]